9. "Mudar de concha"
Pubertad, adolescencia y sexualidad
La pubertad y la adolescencia son una etapa intensa, tanto para vivirla como para acompañarla. A partir de los 10-12 años, las personas comienzan un proceso de individualización emocional en el que, por primera vez, quieren tener espacio e intimidad y la opinión adulta ya no les sirve de manera absoluta como durante la infancia. También es común es estos años "no contarlo todo en casa"; no como algo necesariamente negativo, también es importante dejarles su espacio de privacidad y respetar que haya ciertas cosas que no quieran compartir con las personas adultas. Y menos con las que suponen "figuras de autoridad".
Ármate de paciencia. Es importante que el o la púber o adolescente se sienta preparada y acompañada. Los cambios corporales y emocionales pueden generarles curiosidad, pero también ansiedad y sensación de aislamiento. Además, es normalmente la etapa de más inseguridades y donde más suelen cuestionarse su sexualidad y su papel en la sociedad. Les preocupa mucho su aspecto y la presión de los pares puede alcanzar su nivel máximo. Las relaciones se complican y se hacen más complejas, los cuerpos cambian y aparecen los complejos, por eso es importante una buena gestión emocional en casa y en el colegio
Es aconsejable reforzar las actitudes positivas y hablar con naturalidad de los cambios percibidos. Es, además, un momento muy importante para reforzar el amor propio y el respeto a uno o una misma. Recuerda que hablar de sexo desde la infancia no predispone a tener relaciones sexuales precoces, sino que da herramientas y conocimientos para tomar decisiones informadas,
Aunque no necesariamente, suele ser el periodo en el que se comienzan las relaciones sexuales compartidas. Sé que a veces da un poco de susto y queremos prevenir muchas cosas: que haya abusos, que no se sientan preparadxs y hagan cosas por presión social o que les rompan el corazón (esta última me temo que es inevitable). Por eso, es importante hablar de consenso, de respeto, de comunicación efectiva y de protección de la privacidad (sobre todo ahora con las redes sociales). Podemos, por supuesto, hablar de prevención de ITG (infecciones de transmisión genital), embarazos no deseados o métodos anticonceptivos, Pero que no sea el único mensaje: que sientan que abren la puerta de su sexualidad adolescente desde la curiosidad y el respeto, no desde el miedo.
Otro aspecto muy importante es el de educar en valores sexuales seguros y consentidos A TODA LA COMUNIDAD. Tradicionalmente, la prevención de abusos ha sido responsabilidad de la víctima: "ten cuidado que no te echen nada en la bebida", "no vayas a casas de desconocidos", "no te vistas así que vas provocando") Una agresión/abuso NUNCA es culpa/responsabilidad de la víctima y la educación debería estar planteada JUSTO desde el otro lado. No nos sirve de nada enseñar a alguien a protegerse si no estamos educando a la otra parte a no atacar.
Para terminar. ¿Reconoces los dispositivos que lleva Luca? Luca tiene diabetes tipo 1 y lleva un medidor continuo de glucosa (brazo) y una bomba de insulina (el catéter conecta la bomba con el tejido subcutáneo - generalmente de la tripa o los glúteos). Estos dispositivos son cada vez más habituales entre la población y permiten a las personas con diabetes una administración de insulina más fisiológica y reducir el número de pinchazos. Que, ¿por qué me parece importante? Porque la sexualidad es una esfera que hay que tener siempre en cuenta. La educación sexual debería ser parte integral de la educación para salud y tenemos derecho a tener información. Por ejemplo, Luca tiene derecho a saber que si va a tener relaciones sexuales debería mirarse el nivel de glucosa antes y después (como cuando hace ejercicio físico) y que las hormonas sexuales - que se vuelven locas durante la adolescencia - suelen provocar desajustes en los niveles de azúcar. Y así CON TODO.